viernes, 18 de noviembre de 2016

Música

Siempre me ha parecido muy divertida la ignorante hipocresía de los humanos, y la música solo es una de las variantes:

—Decimos que odiamos un tipo de música, pero luego lo escuchamos en secreto.
—Sólo cantamos cuando estamos solos.
—Tatareamos canciones que decimos odiar.

De cualquier manera, me parece insultante esa nueva especie de música que suena como un alcaudón atacando a su próxima presa, un gran ejemplo es Purpurina. Son canciones que no solo insultan a las mujeres hablando de ellas como de unas simples prostitutas, sino que también insulta a los hombres, hablando de ellos como si lo único que quisiesen todos fuese buscarlas.

Realmente he pasado toda mi vida escuchando a Bruce Springsteen, The Smiths, Bob Dylan y otros muchos artistas mundialmente reconocidos que, en mi opinión, sí merecen la pena.

Comprendo, cómo no, que cada uno tiene sus propios gustos y tanto como a mí me parece horrenda y machista esa música con el sobrenombre de regaetton, además de la forma de bailarlas ("¡No hace falta que enseñéis todo! Hay veces que si enseñas menos, se ve más sexy" quiero decir a veces) a otros pueden parecerle horrendo el rock clásico.



Nevermore.

viernes, 11 de noviembre de 2016

Nueva vida

Dudo haberme presentado, aunque no me guste hablar mucho sobre mí siempre se necesita una base para conocer a alguien. He creado este blog para hablar de mis sentimientos, más como unoa forma de ordenar ideas y saber lo que siento que otra cosa.

Mi nombre es extraño, cómo me llaman no te lo diré por mantener mi anonimato, pero llámame Nevermore. A pesar de mi corta edad, amo leer y escribir

Estoy en lo que los adultos llaman "la flor de la vida", aunque es la época más complicada que hay. Es cuando se empieza a tener una reputación que mantener, una vida social... o volverte como yo.

En este mundo muy pocos conocen este consejo que un día un libro me dio y que sigo atentamente: nunca sobrepases el radar. ¿Cuál es la necesidad de los necios con complejo de superhéroe y las anoréxicas con complejo de súper modelo a destacar? Será una falta de atención por parte de sus familiares... pero realmente no lo sé.

Antiguamente, en otra ciudad hace apenas un año, fui acosada verbal y físicamente, morí en mi interior, sentí cómo mi mundo se desmoronaba por un beso, una simple muestra de ese gran amor que llevo en mi interior, pero no suelo ser capaz de sacar.

Es impresionante cómo las muestras de amor y paz están más mal vista que las de odio. 

De todos modos, sólo he tenido un par de amigas verdaderas, a una se la llevó el tiempo con mi mudanza y a otra la mató mi beso de la muerte. Ahora me encuentro tras las puertas de mi nueva vida, con un mismo nombre y apodo diferente, y un abanico de oportunidades se cierne frente a mí.

¿Seré esa animadora de allá, deseando a ese chico popular, anoréxica sin cerebro pero popular? ¿O esa otra chica, hippy y con una guitarra? ¿La bloggera de chismes escolares? ¿La friki/nerd amable? ¿La ignorada? ¿La futbolista? Aún no lo sé, todo depende de la dirección en la que me lleve la marea, pero por ahora me confirmo por ser yo misma, Nevermore.

Y a ti, amable lector, muchas gracias por llegar hasta aquí a pesar de la falta de conocimiento e interés. 

Nevermore.

jueves, 10 de noviembre de 2016

Annabel Lee, Edgar Allan Poe

Hace de esto ya muchos, muchos años,
cuando en un reino junto al mar viví,
vivía allí una virgen que os evoco
por el nombre de Annabel Lee;
y era su único sueño verse siempre
por mí adorada y adorarme a mí.
Niños éramos ambos, en el reino
junto al mar; nos quisimos allí
con amor que era amor de los amores,
yo con mi Annabel Lee;
con amor que los ángeles del cielo
envidiaban a ella cuanto a mí.
Y por eso, hace mucho, en aquel reino,
en el reino ante el mar, ¡triste de mí!,
desde una nube sopló un viento, helando
para siempre a mi hermosa Annabel Lee
Y parientes ilustres la llevaron
lejos, lejos de mí;
en el reino ante el mar se la llevaron
hasta una tumba a sepultarla allí.
¡Oh sí! -no tan felices los arcángeles-,
llegaron a envidiarnos, a ella, a mí.
Y no más que por eso -todos, todos
en el reino, ante el mar, sábenlo así-,
sopló viento nocturno, de una nube,
robándome por siempre a Annabel Lee.
Mas, vence nuestro amor; vence al de muchos,
más grandes que ella fue, que nunca fui;
y ni próceres ángeles del cielo
ni demonios que el mar prospere en sí,
separarán jamás mi alma del alma
de la radiante Annabel Lee.
Pues la luna ascendente, dulcemente,
tráeme sueños de Annabel Lee;
como estrellas tranquilas las pupilas
me sonríen de Annabel Lee;
y reposo, en la noche embellecida,
con mi siempre querida, con mi vida;
con mi esposa radiante Annabel Lee
en la tumba, ante el mar, Annabel Lee.